La ludopatía en los jóvenes afecta al desarrollo de su cerebro, a las emociones y al sistema de refuerzo, ha alertado el médico psiquiatra y jefe de unidad de Salud Mental y Psiquiatría Hospitalaria en Vithas Hospital Nisa Valencia al Mar, el doctor Augusto Zafra.
Esta afectación “puede actuar como factor generador de patologías mentales y, por otro lado, a edades tempranas la percepción del riesgo es menor: como no hay nada que ponga en evidencia el daño que puede causarles, no ven ningún problema en jugar”, ha agregado el doctor Zafra.
El juego es una actividad con gran potencial adictivo. La forma de contraer esta adicción se da en personas que en el momento de realizar una apuesta se encuentran en situaciones negativas como con una gran preocupación o aburridas.
Esos perfiles se prodigan mucho en esta actividad. Se empieza ganando la apuesta, entonces la persona adicta vive ese momento con una inmensa satisfacción.
El núcleo accumbens, centro de placer del cerebro, recibe ese acontecimiento con una gran actividad. Así, las conclusiones a las que llega la persona que está contrayendo esta adicción sin darse cuenta son: el juego da beneficios, que pueden ser estables y me ha servido para pasar un tiempo evadiéndome de este problema. La acción se repetirá desde este momento, buscando ambos beneficios. Se buscará primero huecos para llevarlo a cabo, luego se aparta lo que es incompatible con esta actividad, hasta que se pasa mucho tiempo jugando y dejando otras actividades que antes eran importantes.
Entonces en la persona ya adicta sin saberlo, se van produciendo cambios: emplea cada vez más tiempo ocupada en el juego gastando más dinero, sintiéndose culpable y arrepintiéndose después; y le va cambiando la personalidad: se vuelve más introvertida y ansiosa. En este punto, se empieza a gastar por encima de las posibilidades y para reponer ese dinero se buscan alternativas.
Un estudio de la Universitat de València en el que se encuestó a más de 5.000 jóvenes de entre 15 y 19 años en 82 institutos y centros de formación de toda la Comunidad Valenciana concluyó que, entre los menores de edad, un 54 por ciento admite haber gastado dinero en juegos de azar y casi un 2 por ciento presentaban indicadores de juego patológico.
“Estamos hablando de personas más vulnerables sometidas a estímulos repetitivos y muy intensos, que hacen que salte más rápidamente el descontrol. Cuanto más precozmente se despierta la ludopatía, mayor es la carga de enfermedad y el riesgo de cronificación aumenta considerablemente”, ha explicado el experto.
En España, la ley prohíbe apostar a menores de 18 años. Sin embargo, en las plataformas ‘on line’ sólo se necesita una pantalla de ordenador o un móvil, una tarjeta de crédito y un DNI. No se suele comprobar de quién realmente es ese DNI y los filtros que existen para entrar al casino o al bingo no funcionan, dice el estudio.