Hace dos décadas el neurobiólogo Giacomo Rizzolatti descubrió en monos unas neuronas con cualidades especiales, comúnmente conocidas como «neuronas espejo». Estas impresionantes neuronas se encargan de reflejar en el cerebro las acciones que observamos en los demás. Y parecen estar implicadas en comportamientos empáticos, sociales e imitativos.

Un descubrimiento inesperado
Rizzolatti y sus compañeros se encontraban trabajando con un grupo de monos cuando todo sucedió. Lo importante en ese momento era estudiar las neuronas encargadas de los movimientos de las manos en los monos.
Para sorpresa de los investigadores, estas neuronas no sólo mostraban actividad cuando el simio realizaba algún movimiento concreto con sus manos, también se activaban cuando el mono en cuestión veía a otro miembro de su especie realizar ese mismo gesto -como si él mismo estuviese llevándolo a cabo-

Los investigadores quedaron realmente sorprendidos, y pensaron que debía existir un proceso concreto y responsable de aquel suceso. Debían de existir unas estructuras destinadas a servir de espejo ante las acciones ajenas.
¿Para qué sirven?
La misión de estas células es reflejar la actividad que estamos observando. Se activan cuando ejecutamos una acción determinada, y también cuando observamos a otro individuo realizando esa misma acción. Permiten “reflejar” la acción de otro en nuestro propio cerebro, de ahí su nombre. Estas neuronas especializadas están presentes en zonas de la corteza parietal y el área de Broca del cerebro.
La Neurociencia supone que estas neuronas desempeñan una función importante dentro de las capacidades cognitivas ligadas a la vida social, tales como la empatía -capacidad de ponerse en el lugar de otro- y la imitación -fundamental en los procesos de aprendizaje-. De aquí que algunos científicos consideran que la neurona espejo es uno de los descubrimientos más importantes de las neurociencias en la última década.
La peculiaridad de estas células es que no solo permiten reflejar en nuestro interior a nivel motor, sino también a nivel emocional. Estas neuronas están conectadas al sistema límbico -relacionado con la regulación de las emociones, la memoria y la atención-
Marco Lacoboni, neurocientífico de la Universidad de California, mantiene que hay estudios que demuestran que los niños que imitan y observan las expresiones faciales presentan una mayor activación de estas neuronas, y a mayor activación de éstas mayor empatía muestran. Esto ocurre porque si el niño ve a alguien sonreír, sus neuronas espejo crean una simulación interna de esa sonrisa en su cerebro, envían estas señales al sistema límbico y acaban por sentir lo mismo que la persona que sonríe.

Entendiendo la función de las neuronas en espejo, no sería descabellado pensar que ciertas dificultades en la sociabilización puedan tener su base en una alteración en la función de dichas neuronas. De hecho, existen líneas de investigación sobre la población de personas con autismo y la actividad de sus neuronas espejo.
“Aunque los trastornos del espectro autista son muy complejos, todos ellos tienen en común las dificultades en las relaciones sociales. Nosotros creemos que una de las razones es un déficit en el mecanismo especular, el sistema especular nunca está roto del todo, y siempre se puede mejorar si el diagnóstico es temprano” sostiene Giacomo Rizzolatti.
A continuación dejamos un vídeo de Neuroeducación en el cual se comenta, entre otras cosas, la importancia de las neuronas espejo en el proceso de aprendizaje.
Fuente: nuecesyneuronas.com