Las bebidas energéticas se hacen cada vez más famosas, sobre todo entre los jóvenes. Los primeros efectos negativos sobre el cuerpo ya estaban conocidos: aumento de peso y de presión arterial, Pero, un estudio publicado en el diario ‘Frontiers in Public Health’ revela que podrían también aumentar la posibilidad de sufrir diabetes, daño renal, y problemas de salud mental.
Según esta investigación, el consumo frecuente de estas bebidas aumenta los trastornos mentales; los compuestos de cafeína y taurina estimulan el sistema nervioso y crean una dependencia al reducir el cansancio, aumentar la energía, y la resistencia física lo que permite reacciones más veloces al estado natural. Y esto, unido a un estudio de la Universidad de Seúl, Corea, trae como consecuencia que se altere el estado de ánimo y el patrón de sueño, síntomas que continuados en el tiempo llevan al estrés y/o la depresión.

En anteriores investigaciones, como la llevada a cabo por expertos de Minnesota (Estados Unidos), se concluía que las bebidas energéticas aumentaban la presión arterial y el estrés en jóvenes adultos sanos que no fumaban ni tomaban ningún tipo de medicación. Los investigadores advertían que el consumo regular de este tipo de bebidas aumentaba el riesgo de enfermedades que afectan a la salud cardíaca.
Cada vez son más las investigaciones que apuntan la relación entre el consumo de bebidas energéticas y los problemas de salud, no es extraño que cada vez más países se sumen a la prohibición de la venta de bebidas energéticas a menores de 18 años, uno de los últimos en llevar a cabo esta medida fue Letonia. Según la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea), en el año 2013 un 70% de la compra de este tipo de bebidas en la Unión Europea la realizaban los adolescentes.
La investigación coreana tenía como objetivo determinar la asociación entre el consumo de bebidas energéticas y los posibles problemas de salud mental, ya sea de forma aislada o en combinación con el consumo de alimentos poco saludables, para ello utilizaron los datos de una encuesta nacional realizada en el año 2015 sobre el comportamiento de riesgo entre los jóvenes. Los datos recabados pertenecían a 68.043 adolescentes con edades comprendidas entre los 12 y 18 años, se analizaron y administraron cuestionarios para recoger información relacionada con la conducta alimentaria, el consumo de fast food y el consumo de bebidas energéticas
Tras evaluar los datos de consumo y cotejarlos con la información de los cuestionarios, estos mostraron que el nivel de consumo es paralelo al efecto perjudicial en la salud mental. A esto hay que sumar que la comida poco saludable, era un factor que exacerbaba el riesgo de tener problemas de salud mental, sobre todo en aquellos consumidores habituales.
La investigación tiene algunas limitaciones, los expertos reconocen que el diseño transversal del estudio ha impedido tener la capacidad de poder evaluar las relaciones causales, sin embargo, los datos obtenidos gracias a la muestra representativa de jóvenes, da consistencia a los resultados, lo que hace pensar que probablemente se llevará a cabo una nueva investigación en esta línea con procedimientos más exhaustivos.
En la investigación publicada en la revista científica Nutrition Journal, aparece una serie de tablas en las que se cuantifica el consumo y el riesgo, se diferencia la población juvenil por sexos, por edad, etc. Se ofrece el porcentaje de riesgo de los distintos problemas de salud relacionados con el volumen de consumo, siendo el principal problema señalado la insatisfacción del sueño.
Fuente: elespectador.com