Hasta hace pocos años, la ciencia apuntaba a que los efectos del alcohol en el cerebro se debían, a la capacidad que tenía para alterar el funcionamiento de los lípidos de la membrana celular, y que dichas alteraciones serían en consecuencia las responsables de los efectos del alcohol en el cerebro. Sin embargo, en la actualidad investigaciones científicas sugieren que el etanol actúa principalmente en moléculas de naturaleza proteíca como son: los receptores del sistema de neurotransmisión.
Los neurotransmisores son mensajeros químicos, que mediante la sinapsis (conexión entre las neuronas), transmiten señales, que intervienen en el procesamiento de la información, y las acciones ejecutivas del cerebro. Una vez que el alcohol llega al cerebro interviene en los distintos sistemas de neurotransmisión, estableciendo una compleja y en muchos aspectos desconocida relación, pues no afecta a uno en específico, sino que su acción llega a muchos neurotransmisores de forma diferente.
El consumo de alcohol, hace que el cerebro realice cambios adaptativos, que desbordan los mecanismos de neurotransmisión, pues al persistir el estímulo, pasa de un equilibrio en condiciones fisiológicas, a obligarlo a activar procesos moleculares para mantener así ese “nuevo equilibrio”, que se ha desplazado desde lo fisiológico a lo patológico. En la adicción al alcohol, se produce una adaptación anómala del cerebro, en esta fase, el etanol que traía placer en un principio, al retirarlo, produce síndrome de abstinencia. La necesidad del alcohol para mantener ese “nuevo equilibrio” indica que se han alterado los sistemas de neurotransmisión.
A pesar de que resulta difícil estudiar de forma conjunta esa red encargada de la función cerebral, y cómo el alcohol interfiere en ese complejo sistema, a continuación se destacan brevemente algunos sistemas de neurotransmisión, y su relación con el alcohol:
Glutamato y Gaba.
El ácido glutámico actúa como neurotransmisor cerebral, encargado de aumentar los niveles de energía cerebral. Interviene en los procesos de memoria y cognición. el consumo de alcohol inhibe la sinapsis del glutamato en el cerebro, reduciendo la neurotransmisión excitatoria. Por sus efectos inhibitorios, el consumo de alcohol conlleva aumento de los receptores glutamastárgicos en el hipocampo, área vital para la memoria y relacionada con convulsiones.
El Gaba al unirse a receptores específicos, actúa en diferentes funciones cerebrales. Este es considerado una diana directa del alcohol. Investigaciones científicas señalan que el etanol potencia los efectos del Gaba, aumentando efectos inhibitorios sobre otras neuronas, en consecuencia produce efecto relajante, pero con el tiempo, y a consecuencia del consumo el número de receptores Gaba disminuye considerablemente, lo que explicaría el efecto de tolerancia al alcohol.
Dopamina.
Es un neurotransmisor sintetizado en diversas regiones del sistema nervioso central a partir del aminoácido tirosina. Esta sustancia aunque es producida en diferentes partes del cerebro se origina principalmente en la zona del mesencéfalo y está relacionada directamente con el centro del placer, ya que regula la motivación y el deseo, haciendo que repitamos conductas, además es la encargada de regular actividades ligadas a la motivación, la atención y el aprendizaje.
El grupo de Gessa fue quien demostró por primera vez que el alcohol, a bajas dosis, induce una activación de las neuronas dopaminérgicas residentes en el VTA, aunque no está muy claro que la neurobiología del refuerzo positivo inducido por el alcohol sea la misma que la que explica el efecto hedónico y placentero que el alcohol genera.
Serotonina.
Por otra parte la serotonina es un neurotransmisor que se sintetiza a partir del aminoácido triptófano. Está relacionada con funciones esenciales como la regulación del estado de ánimo, los ciclos de sueño, vigilia o la conducta emocional, también se asocia a algunos de los efectos que el alcohol causa en el sistema nervioso central. Entre los varios efectos que tiene el consumo de alcohol en serotonina los más importantes son su habilidad de causar problemas neurológicos e inmunitarios, aumento en el uso y susceptibilidad de dependencia al alcohol, y riesgo de intoxicación y adicción.
Acetilcolina.
Es el primer neurotransmisor descubierto. Se encuentra en diferentes regiones del sistema nervioso central y periférico. Su acción se desarrolla a través de dos tipos de receptores, denominados muscarínico y nicotínico, respectivamente. La acetilcolina tiene muchas funciones, por ejemplo es la responsable de mucha de la estimulación de los músculos, incluyendo los músculos del sistema gastro-intestinal. También se encuentra en neuronas sensoriales y en el sistema nervioso autónomo, y participa en la programación del sueño. La acetilcolina, por medio de los receptores NACh regula la liberación de DA estimulada por el alcohol. Se ha indicado que la nicotina (que actúa sobre el receptor NACh) y el etanol ejercen un efecto sinérgico en los procesos de refuerzo relacionados con los hábitos tabáquico y alcohólico.
Endocannabinoides.
El alcohol afecta también el sistema endocannabinoide, repercutiendo en la respuesta del organismo ante el estímulo. El descubrimiento en los años 80-90, de compuestos cannabinoides como: 2-araquidonil glicerol y anandamida, han sido determinantes para el estudio de los mecanismos del cerebro en relación a las dependencias. Investigaciones científicas han demostrado los mecanismos de recompensa relacionados al alcohol en este sistema neurotransmisor.
Estudios llevados a cabo en animales, demostraron que el alcohol altera la densidad del receptor CB1, y al producirse el bloqueo de este, demostraron tener un consumo menor de alcohol. Pese a ello, algunos antagonistas del receptor CB1 poseen efectos colaterales, que han frenado su posible potencial terapéutico en humanos.
Endorfinas.
El consumo de alcohol produce liberación de endorfinas, que son unos compuestos químicos opioides que se adhieren a receptores en los centros de recompensa, como lo es el receptor MU (tipo de receptor que actúa con las endorfinas), provocando la sensación de placer. Al consumir alcohol se produce liberación de estos compuestos químicos , en dos regiones particulares del cerebro: el núcleo accumbens, y la corteza orbifrontal.
Investigadores de la Universidad de California, San Francisco, demostraron que a mayor cantidad de endorfinas liberadas en el núcleo accumbens, mayor es la sensación de placer. Pero a mayor liberación de endorfinas en la corteza orbifrontal mayor es el sentimiento de intoxicación en individuos. Esto demuestra como esta liberación de endorfinas contribuyen a que la bebida sea cada vez más placentera, y en consecuencia beber cada vez más.
Fuente: alcoholinformate.org