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El porno y las relaciones sexuales.

Las películas pornográficas han educado a nuestra juventud y a muchos de nosotros en las artes sexuales con tanta distorsión que muchos hombres jóvenes e incluso adultos creen que la forma de gozar que tiene una mujer es siendo un juguete sexual suyo, y que más goza ella cuantas más veces la voltea de diferentes posturas para conseguirse su propio placer. Esto sería lo más patético si no fuera porque la propia mujer cree que algo falla en ella cuando no solo así no goza, sino que se siente vejada en su dignidad. Los famosos dolores de cabeza y excusas similares son la salida a tan horribles prácticas.

Estas películas han “educado” a muchos hombres y muchas mujeres en las artes amatorias, cuando lo que reflejan son fantasías sexuales del público masculino.  En las películas pornográficas especializadas en público femenino se proyectan las fantasías femeninas, muy diferentes en actividades y ritmo. Las películas nos educan debido a que la educación sexual que tenemos es nula. Y estoy hablando del siglo XXI, sí. Pensamos que cuando no se habla de algo, hacemos que eso no suceda, cuando lo que conseguimos es que suceda pero con una gran distorsión por falta de información. En este tema todos debemos esforzarnos por aprender y tener una sana educación sexual, como debemos tener una buena educación alimenticia o de higiene. Y esta educación transmitirla a nuestros hijos. Es muy importante, ya que este aspecto, el sexual, con mayor o menor distorsión, nos acompaña toda nuestra vida.

A la hora de tener relaciones sexuales, prima el ritmo de respuesta masculino.  Este consiste en un ritmo muy acelerado de fases de deseo, excitación, orgasmo y resolución. Y la sexualidad se proyecta sobre todo en zonas erógenas tanto masculinas como femeninas directamente. La mujer engancha con este ritmo si está muy excitada previamente y  esas caricias en sus pechos y vagina llenas de excitación masculina que se convierten en abruptas muchas veces, las puede vivir como algo agresivas en lugar de excitantes. Las mujeres más asertivas corrigen: “más despacio”… Otras simplemente desean que se pase cuanto antes…

La relación ideal sin embargo (relación tipo), es amoldar la relación al ritmo de la respuesta de la mujer. Esto consiste en acariciarse mutuamente todo el cuerpo. El mayor órgano sexual es la piel, así disminuye el ritmo de la respuesta masculina, bajando ese ímpetu que la mujer vive muchas veces como muy poco excitante. La mujer se va excitando llegando poco a poco a las zonas erógenas, pero con más  ganas. Vivimos presos de la erección: tanto el hombre como la mujer percibimos la erección como la señal inequívoca de que ya hay que realizar el coito, cuanto antes, y la erección es de las primeras respuestas que tiene el hombre excitado. Imaginémonos cómo está la mujer en ese momento (en fase de deseo apenas). Al acomodar el ritmo a la respuesta de la mujer, el hombre también goza más al descubrir partes de su cuerpo que disfrutan al ser tocadas. La relación se hace más gozosa entonces para ambos, más respetuosas, más sanas y entonces más frecuentes.

Para disfrutar el sexo no hay que demonizar el porno, pero si verlo como lo que es, una fantasía. No es real, como tampoco las practicas que conlleva, y que las dimensiones de la sexualidad real, son más amplias y satisfactorias para todos: sensualidad, emoción, concentración. Espero que estas palabras sirvan de reflexión para unas prácticas sexuales sanas.

Por: Carmen García. Psicóloga Sanitaria. Experta en Adicciones

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