La dopamina es un neurotransmisor producido naturalmente por el cerebro, actividades como: comer o tener sexo, estimulan la descarga de dopamina que ayuda a controlar los centros de recompensa y placer del cerebro.
Pues bien, la mayoría de los estupefacientes son capaces de activar la misma zona cerebral y multiplicar hasta por diez las sensaciones agradables.
El “circuito de recompensa” de nuestro cerebro comienza a funcionar a toda prisa, anhelando un “placer rápido”. Lo que afecta a la motivación, y el autocontrol.
Gracias a las modernas técnicas de neuroimagen, los científicos saben cada vez mejor qué partes del cerebro son estimuladas por las drogas y por qué producen tan diferentes efectos.
Alcohol
El consumo de alcohol afecta a la química cerebral al alterar los niveles de neurotransmisores químicos que transmiten las señales que controlan los procesos de pensamiento, comportamientos y emociones.
El alcohol aumenta los efectos del neutrotransmisor GABA en el cerebro, el cual provoca movimientos lentos y dificultad para hablar.
El cortex prefrontal regula la impulsividad e interviene en la organización del comportamiento. El alcohol afecta las conexiones en estas áreas y provocar que se hagan cosas impulsivas que no se hubieran realizado en situaciones normales.
Cocaína
Que los adictos a la cocaína dejen de ser dueños de sus propios actos tiene una explicación neurocientífica. En la corteza prefrontal, existen centros relacionados con el autocontrol, la atención, y la toma de decisiones, como consecuencia se producen dificultades en el establecimiento de prioridades, la toma de decisiones y la inhibición de comportamientos inapropiados.
Por otra parte, usando resonancia magnética, investigadores de la Universidad de Nuevo México demostraron que la corteza cingulada anterior, necesaria para tomar decisiones morales y para mostrar empatía, ve reducida también su actividad. Y eso hace que cueste distinguir entre lo que está bien y lo que está mal.
Marihuana
El núcleo accumbens juega un importante papel en el proceso adictivo, ya que se encuentra vinculado a la experimentación de recompensa, produciendo un aumento en los niveles de dopamina (la hormona del placer). En el cerebro.
Cuanta más dopamina, más agradable es la sensación. Sin embargo, esta se vuelve casi imperceptible con el consumo de marihuana. Tanto es así que, a largo plazo, su consumo enfría el entusiasmo y ahoga la respuesta emocional positiva ante cualquier estímulo.
Una de las principales funciones del núcleo accumbens la de transmitir la información sobre la motivación del sujeto y traducirla en una acción motora con el fin de cumplir con los objetivos del organismo
Incapaces de sentir satisfacción, sus consumidores pueden llegar a perder el interés por casi todas las actividades, lo que se conoce como anhedonia. Solo les estimula la propia droga, ya que los centros de recompensa responden cada vez con más fuerza a ella. Asimismo, actúa sobre los receptores de la amígdala, el centro cerebral del sistema límbico que regula el miedo. Por lo general, atenúa las señales neuronales de esta zona, lo que calma la ansiedad. Pero, en otros casos, la sobreexcita y aparecen paranoias, con lo que cualquier experiencia normal puede convertirse en atemorizante.
LSD
Investigadores del Imperial College de Londres demostraron que, tras consumir esta droga, en las neuronas de la corteza sensorial se produce una falta de coordinación que hace que las células que deberían activarse a la vez se desincronicen, mientras que se esconden las señales de otras que debían encenderse en momentos diferentes. Este caos podría explicar por qué el LSD altera la conciencia.
Heroína
Ya sea inyectada o inhalada, se convierte en morfina al llegar al cerebro. Allí, se adhiere a los receptores opiáceos del tronco del encéfalo y de las zonas relacionadas con la percepción del dolor. El consumidor entra en un estado de letargo en el que desaparece todo tipo de dolor físico y mental. También provoca una caída de los niveles de oxígeno cerebral, lo que causa daños irreparables. Esto explica la debilidad, temblores, espasmos y, en casos extremos, infarto cerebral y el párkinson propios de los heroinómanos.
Ketamina
En los locales nocturnos de música electrónica y en las fiestas rave, una de las drogas de síntesis más populares es la ketamina. Según los estudios neurocientíficos, actúa directamente en la corteza infralímbica del cerebro, que modula el estado de ánimo. Esto le otorga propiedades antidepresivas. Por otro lado, al reducir la transmisión del glutamato, impide que el cerebro tenga una representación correcta del propio cuerpo y de sus movimientos, lo que explica la sensación de estar flotando fuera del cuerpo.
Fuente: muyinteresante